Pepe Romay

En definitiva, Pepe es un personaje endémico del cine, sus raíces histriónicas las obtuvo del padre de la Cinefonía mexicana Joselito Rodríguez, y de su madre Doña Elisa, concertista.

La niñez de Pepe, transcurrió en los múltiples platós cinematográficos, sus juguetes fueron: El Boom, las cámaras, reflectores, cuartos de edición, los laboratorios, los rushes, los doblajes de parlamentos originales e inventados de todos los personajes. Rodeado de anécdotas de la gente que intervino en las filmaciones, tratándolo como su propio sobrino o hijo, desde maquillistas hasta productores, por eso Pepe reconoce que su familia siempre fue y será el cine.

Para asombro de la comunidad cinematográfica, su padre no le puso la mesa a su disposición, él tuvo que ganársela a pulso, aprendió desde abajo, cargando cables, haciendo las veces del ayudante del segundo asistente de producción, edición, guionismo, sonido, laboratorios, transcurrió su aprendizaje en las mismas raíces de la profesión.

En su mejor época fue ícono nacional, cada vez que se estrenaba un filme, se rompía el record de asistencia del cine. Se vio identificado en los diversos personajes que interpretó y la voz del pueblo le inventó muchos chistes de Pepito, fue un verdadero personaje consentido volviéndose parte de la cultura popular.

El estar en constante contacto con el público siempre le satisfizo, se entregó a su carrera en cuerpo y alma, a la par que continuó con su preparación académica y musical, hasta llegar a las Universidades para estudiar ingeniería y psicología, carreras que truncó para dedicarse a su verdadera vocación, pero que le han servido para aplicar la inteligencia espacial y diseño de los personajes.

Dentro de los anales cinematográficos, su hermana y él fueron los primeros hermanos que se disputaron el codiciado Ariel en 1955, obteniendo este reconocimiento en 1956, por su actuación en Isla de Lobos, participó en las ternas de Pepito as del Volante, Píntame Angelitos Blancos, la serie de Huracán Ramírez, etc. 

En su ser no fluye nada más que celuloide, provocado desde que participó en su primer filme a la escasa edad de 8 meses. 
Su visión y misión han sido la empatía y respeto con el público, se ha manifestado como la relación entre la parafernalia de una película y el espectador, que sentado dentro de la sala, espera ver, sentir, disfrutar, aprender o rechazar. 

En la actualidad se dedica a la dirección y realización de guiones, además de promover el Museo de Cine en su país, para que el esfuerzo de los pioneros de la industria y los realizadores actuales, encuentren un nicho donde comunicar al público sus vivencias y darle continuidad a la tradición oral.

Para Pepe Romay la vida solo tiene sentido, cuando es observada en las pantallas, ante los  trabajos como escritor, director o productor le agradan hacer historias que tengan un fondo humano, porque la comedia o el melodrama son los géneros que más trascienden en el público y su exclusiva es: La vida es muy triste, para tomarla en serio.




Pepe Romay